Como post final a este blog voy a hablar sobre uno de los problemas más presentes en las aulas en la actualidad: el acoso escolar, también conocido como bullying, un tema bastante duro para mi porque lo sufrí hasta los 15 años; aquí expondré algunos de sus principales motivos, las consecuencias que tiene para las víctimas y cómo tratar este tema en los centros educativos.
Lo primero es saber qué se entiende por acoso escolar, según UNICEF, es la conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante con otro de forma negativa, continua e intencionada. Pero en los últimos tiempos también ha ganado mucho protagonismo en los institutos el ciberacoso o ciberbullying, se trata de una variante del acoso que se produce a través de Internet, donde el acosador tiene la sensación de anonimato y las consecuencias son más difíciles de detectar y de evaluar.
Entre los tipos de acoso escolar, los más destacados son las agresiones físicas y/o verbales, la exclusión social, el acoso escolar, así como las derivaciones de todas ellas, entre las que destacan la extorsión, los robos, la difamación, la creación y expansión de rumores...
Existen tres aspectos fundamentales para que los profesores puedan reconocer a una víctima de acoso escolar, son:
- Suele mostrar, con frecuencia, una autoestima baja, inseguridad o timidez.
- Está aislado por sus compañeros, y tiene poco apoyo en las redes sociales.
- Puede mostrar reacciones pasivas, provocadoras (en las que intenta imitar a sus acosadores) e imitar el acoso que sufre a otras víctimas.
- Actúan de forma impulsiva, buscando el reconocimiento y la aceptación.
- Manipulan al resto de compañeros, se comportan de forma agresiva y tienen una tolerancia baja a la frustración.
- Baja autoestima
- Trastornos emocionales
- Menor rendimiento académico, que puede desembocar en fracaso y/o abandono escolar
- Alteraciones de la conducta
- Depresión
- Ansiedad
- Pesadillas
- Deseos de venganza
- Manifestaciones de ira
- Desconfianza en las personas
- Dificultad para establecer relaciones interpersonales
- Trastornos psicosomáticos
- Pensamientos destructivos, que pueden acabar en el suicidio.
- Tratar a los estudiantes con respeto: faltar el respeto a los alumnos puede transmitir un mensaje de que quienes tienen el poder pueden usarlo contra los más débiles. También es importante que los profesores se muestren abiertos y disponibles, así si un estudiante es víctima de acoso, se puede sentir cómodo y seguro para poder confesarlo.
- Planificar actividades que condenen el acoso: poner en conocimiento el plan de estudios es importante, pero alguna vez estaría bien recurrir a soluciones más originales, como libros, películas o programas de TV que pueden servir de base para discutir cuál es el impacto del acoso escolar. Es de vital importancia no limitarse a un análisis cognitivo, sino profundizar en las heridas emocionales que deja el acoso escolar en las víctimas.
- Detener inmediatamente la intimidación: si un profesor es testigo de una situación de acoso, deberá detenerla lo antes posible, para así hacer ver a los estudiantes que los profesores no permiten el maltrato, y para que las víctimas sepan que cuentan con el apoyo de las instituciones del centro. Para estos caso se recomienda que el profesor no imponga su autoridad y que no intente mediar como si fuera un simple conflicto, pues en los casos de acoso siempre hay un gran desproporción de poder e intentar mediar solo sirve para que la víctima se sienta más indefensa y expuesta.
- Hablar con el agresor en privado: muchos de los agresores provienen de hogares disfuncionales, en los que se aceptan y se practican diferentes formas de violencia; también se dan casos en los que el agresor fue, en el pasado, una víctima de acoso escolar y su comportamiento violento es su forma de defenderse. Por estas razones es importante hablar con ese estudiante en privado, intentado averiguar el origen de su comportamiento.
- Notificar lo ocurrido y darle seguimiento: los profesores deben informar de los casos de acoso al director y, si fuera necesario, a los padres de todos los implicados, pues muchas veces estos no están al tanto de los comportamientos que tienen sus hijos, y son una figura clave para resolver estos conflictos.
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